domingo, 28 de marzo de 2010

la-le-li

Hoy, Maria
No estoy para tus cosas, hoy prefiero no hablar, pero tampoco escucharte.
Hoy prefiero dejar que el tiempo en su redondiritmo, en su circunsegundeo
Me haga un arruga entre ceja y ceja, algo mediando entre la nariz y la frente.
Para tocarla las veces que me vea en el espejo cuando no tengas ganas de afeitarme
Tener el pretexto para que se pasen los momentos sin tomar la filosa navaja que me convierte por días en una imitación patética de un niño.

Así me siento después de la mordaz caricia de la hoja de acero, la imitación barata del niño que era yo, siempre juzgando a los cansados, sin comprender como es que lo adultos teniendo dinero no compraban todos aquellos juguetes maravillosos lanzados en fechas prenavideñas al mercado. Asimilaba casi por ley natural, que mirar de reojo era algo absolutamente innecesario y claro, es la peor de las cobardías.

Cecilia, la que hoy es novia de tu amigo “el Charli”, estuvo estúpidamente enamorada de mi en los días de bachiller, me miraba siempre de reojo cuando yo me encontraba a su alcance, tan fácil que hubiera sido que me mirara-sin-miramientos, yo quizá hubiese comenzado a amar a cecilia si un día hubiese clavado descaradamente sus ojos pequeños en mi, la hubiese llevado un día de paseo por las callecitas solas del centro, a mitad del recorrido me hubiera decidido por tomar su mano, sintiendo un ligero temblor en la muñeca el cual hubiese camuflajeado meciendo la mano mía en la de Cecilia de un lado al otro, tarareando algo que no existe, no la hubiese besado jamás, de echo creo que después de esa cita jamás nos hubiéramos dirigido la palabra, en cambio hoy me saluda sincera, el otro día hasta sentí repentinas ganas de abrazarla, lo hice, ella no me dijo nada. Pareciera que siempre lo espero.

Maria, contigo todo fue distinto, jamás hubo la necesidad infantil de mirarnos raro, siempre supimos que éramos una especie de complemento de algo que ya esta completo, que no nos necesita, sin embargo no nos molesta acompañarlo.
Tu siempre hablas por horas por todo, yo hablo por que no naci mudo y punto.
Te amo María feliz cometa la- le- li- lo- lu.
Tan encantadora como un niño que dice las bocales.
Simple, pero hoy María, no estoy para tus cosas, ni para recordar a Cecilia, ni para desencantarme del juego a luz de cielo, María.
Cállate de una vez.

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