domingo, 27 de marzo de 2011

Maria Rosenda Gutiérrez no es virgen

Como extraño la tinta, ese dolor de dedos de cuando una escribe y es escribe, alguien me robo parte de mis sílabas, se llevo todo lo que yo le expresaba a una Catarina, claro esta que no todo me lo han robado, hubo cosas que yo perdí por gusto, como todos esos inventarios de cajas de cereal, inagotables cajas de cereal endulzado, ustedes no tienen idea de cuanto cereal iba yo archivando para nada, con que ganas serraba los ojos e inhalaba el perfume de la lluvia, mi bodega para las tormentas. Y a la ora de dormir en esa época como hoy volvía a mis dedos, los contaba , los entrelazaba, los veía como algo ajeno, y es que mis dedos todos ellos son como mapas de tesoros, brújulas para el boy scout, en esas noches no podía ser mas insecta por que mi hermana me hubiese pisado.
Las palabras de un búho cuando se enamora no valen nada. De noche una puede decir cualquier cosa, yo le escribía cualquier cosa y se lo describía a mi puerta al baño, viajecitos con retorno.
Solo mis manos me creían, por que ellas fueron el testigo de que te recorrí sin santo y seña, yo llovi en diciembre para ti, fui tormenta sin bodega, alma en pena sobre el resbaladero de un parque, yo llovi y tus goteras no fueron crueles, pero algo me dolía al caer. La moraleja es no llover de noche, puesto que no existe posibilidad de arcoiris alguno.
Pd. No me crean ni una sola palabra.

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